Después de la Segunda Guerra Mundial y con muchas ciudades italianas destruidas, el pedagogo, psicólogo y escritor Loris Malaguzzi decidió unirse con varios padres y madres para apoyar en la reconstrucción de Italia por medio de la creación de una escuela con una filosofía educativa que ubicara al niño en el centro, para que aprendieran a través de hechos reales, a la cual le denominaron Reggio Emilia. Para este pedagogo, “cada niño es diferente, singular y por eso mismo cada individuo se relaciona con los otros de diferente manera y tiene habilidades diferentes”; según Malaguzzi los educadores debían basarse en la observación y el descubrimiento de las diferentes formas que los niños tienen de participar, proceder y elegir para un mejor proceso educativo. Una frase que le definía era: “sin alegría, es imposible educar”. Para Loris ''los niños tienen 100 maneras de expresarse, pero les robamos 99… las cosas de los niños y para los niños se aprenden solo de los niños''.
Hace unos días tuve la gran oportunidad de viajar a Italia para ser parte del selecto grupo de educadores que participamos del curso de profundización: The Reggio Emilia Approach to Education en la ciudad de Reggio Emilia. Esta experiencia nos permitió conocer que cada escuela es única, y que además uno de los aspectos más destacados y característicos de la filosofía de Loris Malaguzzi son “los cien lenguajes del niño”. Al describir los 100 lenguajes del niño, Malaguzzi reconoce todas las maneras diferentes que tiene el niño de interpretar el mundo y representar sus ideas y teorías acerca de él.
Según Reggio Emilia, los principios básicos para la formación educativa son:
El niño como protagonista: Los niños son investigadores del mundo que les rodea utilizando su natural curiosidad. Esto les permite aprender de manera más espontánea sin necesidad de una gran planificación.
Maestro como colaborador, investigador y guía: El docente debe estar en continua formación. Propone actividades y proyectos partiendo de los intereses de los niños, así como llevar un registro (documentación) de todo lo que pasa en el aula.
El espacio como tercer maestro: Los niños pueden circular libremente por las aulas y los pasillos de las escuelas. Cada aula suele estar tematizada y se crean ambientes preparados que inviten al aprendizaje, la experimentación, la comunicación y la investigación. Los pasillos también forman parte de la escuela y también pueden tener elementos que impliquen a los niños y les ayude en su desarrollo. Un espacio bien preparado y con provocaciones actúa también como maestro, por tanto, la organización del entorno físico es crucial.
Importancia de la participación de las familias: Las familias son el principal agente educador, por lo que se hace vital su implicación total y activa en la escuela.
La documentación pedagógica: Para realizar la documentación hay que escuchar, observar e interpretar. Posteriormente se realizan paneles en los que se plasma todo. Interesa el proceso, no el producto final.
En un país como México, donde la educación necesita un cambio de rumbo radical que lleve a los niños a pasar de la memorización de datos al desarrollo del pensamiento crítico como soporte para la innovación, Reggio Emilia se convierte en una excelente propuesta que nos podría llevar al educando a convertirse en el objetivo principal, entendiendo sus derechos a ser reconocidos y cuidados con esmero, impulsándolos a una educación que procure el total desarrollo de su potencial.
Es importante señalar que tanto la Universidad de Harvard, como la UNESCO, han definido a esta filosofía italiana como la mejor del mundo para la educación de la temprana edad. El Colegio Nuevos Horizontes Global School en Aguascalientes lleva 15 años aplicando la filosofía Reggiana en sus estudiantes con resultados asombrosos y alentadores, dentro de un contexto educativo mexicano que necesita urgentemente un cambio de rumbo.
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