Por Alejandro Román.
Ya que atravesamos tiempos mundialistas. “Batuta”, personaje que le da sazón a Argentina en la película mexicana Rudo y Cursi al “Cazatalentos” que hace famosos a Gael García Bernal y Diego Luna en el mundo del fútbol, nos comparte en los textos de la cinta: “Qué fácil sería si al nacer uno pudiera identificar la diferencia entre pasión y talento. Es la misma diferencia que existe entre un hincha y un crack, entre adorar y ser adorado”.
Si todas las personas tuviéramos infaltablemente éxito en lo que nos apasiona, el talento pasaría a ser de una virtud a un común denominador y la valía de nuestros logros tendría el mismo peso que la pluma de un ganso. Elegir una carrera va más allá de adoptar solo lo que quieres estudiar, estás seleccionando una filosofía que acompaña a un modo de vida.
Quienes ya atravesamos esa etapa debemos recordar que a nuestros 17 o 18 años no contamos con la experiencia de hoy, los miedos e incertidumbres se manifiestan de diferente manera, buscamos una independencia estable (ja) y el panorama universitario nos reserva un futuro tan incierto como antes de ayer lucia el día de hoy. Y, aun así, las cosas resultan en su mayoría totalmente diferente a como las teníamos presupuestadas, ahí es donde más allá de un título, lo que responden son las habilidades de la persona, esas que le dan forma tangible al valor del certificado de un Licenciando, Ingeniero o Doctor.
Tenemos que innovar estrategias que sanen y rehabiliten al mundo con nuestras profesiones, no solo bálsamos que lo adormezcan, y por esta razón quienes elijan una carrera para poner en práctica en el futuro tienen que contestarse de manera intrapersonal: ¿Realmente quiero seguirme despertando (incluso más temprano) para hacer lo que hago? Una vez concluida la carrera viene la prueba de fuego: El mundo real, una selva de asfalto donde el depredador mejor preparado sobrevive imponiendo sus condiciones, ya no con base en calificaciones, sino en resultados profesionales.
Para tener éxito en lo que una persona hace, debe de disfrutar el proceso de realización, por encima de cualquier circunstancia o resultado que se presenta. Hasta el día de hoy, no existe una carrera que solo en su elección, pueda asegurar un futuro brillante, exitoso y con trabajo siempre estable. Para eso se ocupa resiliencia personal por encima de un programa escolarizado o corporativo en cualquier casa de estudios.
Hay que tomar en cuenta para qué habilidad, más que actividad, tenemos las mejores cualidades y aptitudes. Hoy en día vivimos en un mundo revolucionado tecnológicamente por una contingencia, pero que no recibimos una correcta educación y formación en la manipulación de las herramientas que utilizamos para compaginar nuestras tareas todos los días.
Anteponer el tema económico por encima del bienestar personal, no es la mejor fórmula para una elección de carrera. El dinero, es importante, pero no puede ser la primera causal para elegir. Hay que pensar en el corto, mediano y largo plazo de los escenarios en que puede estar la rama o facultad de elección, pensando más en las ideas innovadoras que transformen a la sociedad día con día, por encima de las actividades cotidianas que solo acompañen a las funciones que se realicen en una jornada laboral de cualquier empresa.
No es un día más de vida, sino uno menos. Yo soy de la idea que no envejecemos, nos vamos descubriendo y con base en eso, debemos de elegir lo que nos venga bien, lo que para nosotros siga siendo lo correcto, sin importar que tú título te certifique como Maestro, Doctor o Arquitecto.