EL NUEVO BRANDING Y EL SENTIDO DE VIDA
Pocos están familiarizados con corrientes filosóficas, entre ellas El Nihilismo: creer que, como dijo Friedrich Nietzsche, la vida carece de sentido, que estamos inmersos en una sociedad decadente, vacía, en ruinas, en la que los valores dejaron de existir. En otro orden de ideas, pero con similar pesimismo, se alimentan las creencias sobre el nocivo influjo que las marcas producen en el imaginario colectivo y su peligroso impacto en el tejido social, sintetizando sus fines a lo comercial y lucrativo. Se reduce así el objeto de las marcas a una pura y simple competencia de nombres, logotipos, ventas y campañas publicitarias.
En Global University nos planteamos estas tesis de forma muy diferente y buscamos ser agentes activos de los cambios necesarios, tanto para los profesionales y las empresas, como para la sociedad y el planeta en su conjunto.
El branding, el nuevo branding, ese que se co-crea día a día en nuestras aulas, se concibe como la disciplina que construye marcas para tomar lo común, lo cotidiano, lo problemático, lo imperfecto y transformarlo, optimizando así su poder regenerador y creativo, dándole valor y resignificándolo en función del beneficio colectivo, dentro y fuera de las empresas y corporativos.
Así pues, el sentido de la vida está cargado de discursos históricos que nos decimos a nosotros mismos y que escuchamos de otros, incluyendo las marcas. Un nuevo sentido de la vida puede edificarse desde las narrativas del branding y sus storytellings, que tanto poder de persuasión y convocatoria tienen. Hay mucho por hacer en este sentido, más ya se avanza: el 70% de los premios Cannes Lion 2022 fueron adjudicados a casos de marketing con causa.
Las marcas tienen actualmente el poder, el deber y la oportunidad de crear narrativas constructivas. En su proceso original de generar relaciones de largo plazo con los consumidores o usuarios, también han de incluir valores sustanciales que transmitan el nuevo sentido de la vida, la empatía y los criterios eco céntricos, es decir, el hombre activo como parte de un todo.
El trabajo crítico, hoy por hoy, es en función de la reputación. Sólo el branding, ese nuevo branding del que hablamos, es capaz de merecer de parte de los consumidores el aprecio necesario para producir amor; tal como asegura Kevin Roberts: “Las marcas deben proponerse ser amadas por los consumidores, desarrollando un vínculo emocional de respeto y lealtad que va mucho más allá de la compra.”
Algunos piensan que es una exageración, pero tiene sentido pensar que quizá sean las marcas, a través del nuevo branding, las que puedan salvar el mundo.