Día a día va regresando el agua a su nivel después de las elecciones que tuvimos el 2 de junio. La sorpresa de la oposición por los resultados ya paso de la molestia, la duda y la tristeza, a la cruda realidad.
Pero de verdad, ¿alguno pensaba que la oposición podría ganar las elecciones?
Según El Financiero, así se votó para presidente en nuestro país:
Clase media alta: 49% Morena; 41% PAN, PRI Y PRD; 10% Movimiento Ciudadano.
Clase media: 59% Morena; 30% PAN, PRI Y PRD; 11% Movimiento Ciudadano.
Clase media baja: 61% Morena; 28% PAN, PRI Y PRD; 11% Movimiento Ciudadano.
Clase baja: 71% Morena; 18% PAN, PRI Y PRD; 11% Movimiento Ciudadano.
¿Cuál es la lectura de los resultados?
Según el Instituto Mexicano del Seguro Social el promedio de salario en nuestro país (de los que menos ganan a los que más ganan), es de aproximadamente 15.000 pesos mensuales, una cantidad con la que viven muchas familias mexicanas. Los programas sociales que impulsó el actual presidente son apoyos que van desde los 3.000 a los 5.000 pesos al mes, por lo que el impacto de estas cantidades, en porcentaje, es bastante alto para quienes ganan 15.000 pesos.
Hoy gran parte del país ve en los apoyos del gobierno una excelente manera de fortalecer la economía diaria. Del lado de la oposición estos apoyos se han percibido como una manera de llevar a la gente a que “ya no trabaje” … personalmente creo que estamos equivocados. La gran mayoría de las familias mexicanas nos están mostrando que el panorama es diferente, pues estos apoyos se están convirtiendo en un ingreso auxiliar que mitiga la pobreza laboral (incapacidad de cubrir los gastos que se tienen, con los ingresos percibidos) que muchas familias mexicanas sufren.
Por un lado, se encuentra el presidente y su sucesora defendiendo la creación de estos apoyos, e incluso su fortalecimiento, y la estrategia de la oposición para frenar la fuerza del partido en el poder era comentar “que si ganaba Morena se iba a destruir la Suprema Corte” o a “desaparecer el INE”, o que “pronto seríamos Venezuela”. Es difícil pronosticar que el partido en el poder no haga cambios drásticos que nos lleven a desarticular los cimientos de la democracia tratando de debilitar los contrapesos; puede ser que sí, pero creer que México, uno de los países más desiguales del mundo, con una tasa de pobreza normalmente creciente desde los últimos 30 años, vaya a votar por una opción, en contra de un gobierno que visibilizó la pobreza y que les está cumpliendo con apoyos reales cada mes, es completamente infantil, e ilusorio.
Seamos honestos, hoy la oposición tiene cada vez menos que ofrecer. Tristemente el PAN, el PRI y el PRD perdieron 6 años para prepararse inteligentemente para lo que vendría, y terminaron esperanzados en ganar con una candidata que no tenía ni el respaldo ni la credibilidad que esperaban, como drásticamente lo vimos en las elecciones.
¿Qué sigue?
El país entero debe entender que la visibilización de la pobreza es muy necesaria para un país donde la mayoría de la gente gana cada vez menos, y cada año pierde más su poder adquisitivo.
Tenemos que entender ya, que la desigualdad entre pobreza y riqueza en nuestro país nos ha llevado a esta polarización que al final a nadie le sirve.
Debemos aceptar que el PAN y el PRI (el PRD ya está casi por desaparecer) deben reinventarse o desaparecer, pues ya poco pueden aportar si siguen con la misma estrategia cegados por una realidad que les grita a la acra.
Tenemos que sumarnos y amar mucho más a México, trabajando con ganas, sin dividir, desde la sostenibilidad (que lo que hagamos desarrolle la economía, mejore a la sociedad y cuide el medio ambiente), desde la crítica constructiva y respetuosa, desde la exigencia a nuestras autoridades, pero de manera responsable y ética.
México nos necesita unidos y activos. No podemos pensar en tirar la toalla, hoy más que nunca debemos poner de nuestra parte para juntos construir el México en el que todos queremos vivir.
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