Siempre he defendido que la innovación es la base de desarrollo de un país, así nos lo ha mostrado el mundo evolucionado, por eso es tan importante que entendamos que nuestro sistema educativo mexicano centrado en la memoria, funcionó bien en el siglo XX, como un modelo gestado en el siglo XIX para las necesidades de ese momento, pero que ahora es un completo fracaso, pues el cerebro de los niños no es una caja donde se rellena información e instrucciones; más bien es un centro de creación de nuevo conocimiento, y para lograrlo, tenemos que ser capaces de estimularlo de manera inteligente.
En la región (América del Norte), la innovación es una obligación, pues el ecosistema creado por Estados Unidos ha logrado impactar al mundo, pero también ha logrado que empresas canadienses y mexicanas (en menor medida) se sumen como hitos que han cambiado la manera de pensar y resolver en algunas áreas importantes.
Según la organización The Grand North America en el reporte: Global Startup Ecosystem Report 2025, los 10 startups más influyentes de la región son: SpaceX (USA), OpenAI (USA), Shopify (Canadá), Databricks (USA), Epic Games (USA), Rippling (USA), Chime (USA), Lightspeed (Canadá), Clip (México) y Konfío (México).
La mexicana Konfío se ha convertido en la Fintech que transformó el acceso al crédito y creó un apoyo financiero para las PYMES. La otra empresa mexicana de gran desarrollo (unicornio, también), es Clip, la cual democratizó los pagos móviles y el comercio para millones de negocios en todo el país.
Este ecosistema aún pequeño en nuestro país podría convertirse en un grana aliado para el crecimiento de México, aunque para ello requerimos que las autoridades y los empresarios establezcamos las condiciones necesarias para incentivar el desarrollo tecnológico y empresarial.
México es un país con un tremendo talento y con excelentes condiciones gracias al “ingenio mexicano”, pero muchas veces gran parte de este talento debe salir del país a buscar mejores oportunidades pues no siempre existe un buen eco para la innovación.
Para lograr impulsarlo, tenemos que ser capaces de transformar de manera radical nuestro sistema educativo con el fin de pasarlo de la memorización de datos, al desarrollo de los pensamientos crítico, analítico y abstracto como base de una fórmula que potencie la innovación y el emprendimiento.
Ya es momento de entender que México debe potenciar su fuerza creativa por medio de conectar esa capacidad inventiva con proyectos reales y situaciones que puedan mejorar aspectos que hoy son considerados un problema. Al final de cuentas, la mayor fuerza de un innovador/emprendedor es la capacidad de ver a los problemas como oportunidades de desarrollo, y esto debemos enseñarlo.
Nuestro sistema educativo centrado en la memoria, y cuyo objetivo final es la formación de empleados que trabajen en la manufactura en multinacionales, es un un modelo obsoleto que necesita repensarse pues ante la robotización y automatización de la industria, podríamos estarnos encaminando a un desempleo masivo en los próximos años.
Hoy vivimos en el siglo de la inventiva, y allí, el ingenio mexicano tiene una ventaja, ojalá que nuestras autoridades lo vean, lo potencien y nos lleven a transformar una educación que ya no cumple con sus funciones en este siglo.
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